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¿Hasta dónde se pueden justificar las acciones egoístas de una persona?

Me he encontrado con muchas personas que me han hecho daño a lo largo de mi vida. Algunas cercanas, otras no tanto. Antes solía enojarme mucho y guardar muchos rencores, pero poco a poco aprendí que odiar solo me hacía daño a mí y que no tenía ningún sentido gastar mi tiempo ni mi energía en cosas que no aportan nada bueno a nadie.

Empecé a entender de dónde venían los comportamientos de estas personas hacia mí y que, realmente, el daño que me hicieron nunca fue un ataque personal como tal, sino que era lo único que podían dar porque eran las únicas herramientas que les habían sido otorgadas a lo largo de su vida.

Ahora, por más que yo entienda lógicamente esto, siempre que me peleo con una persona y se lo cuento a alguien, este tema siempre es la primera respuesta: “Es que esa persona ha sufrido mucho”, “nunca vivió en un entorno donde le enseñaran sobre inteligencia emocional”, etc.

Entonces creo que es importante pensar, ¿hasta dónde esto justifica las acciones de los otros?

Actualmente, estamos en un mundo en el que las personas privilegiadas tenemos acceso a internet, psicólogos, libros y un montón de fuentes más donde podemos informarnos sobre inteligencia emocional y salud mental. Vivimos rodeados de personas de las que podemos aprender día a día, no solamente de nuestra familia.

Entonces, aunque hasta cierto punto no hayamos tenido herramientas, ¿qué nos detiene de conseguirlas ahora?

Yo creo que llega una edad en la que ya tenemos la capacidad de entender perfectamente lo que estamos haciendo, especialmente cuando estamos dañando a alguien más, entonces la infancia o los traumas no pueden justificar nuestras acciones.

Yo tuve épocas oscuras en las que no entendía muchas cosas. Era adolescente y bastante egoísta, pero un día me puse a reflexionar en el tipo de persona que era y qué era lo que quería que los demás sintieran cuando estaban conmigo. En ese momento, empecé un proceso que no fue rápido, en el que empecé a despojarme de actitudes que había adoptado de mi padre (quien, en este caso, fue el que influyó en la mayoría de mis acciones negativas), y poco a poco comencé a darme cuenta de que todos tenemos la opción de cambiar al alcance de la mano. Lo que nos diferencia a unos de otros es la decisión de tomarla.

Porque, por más que vivamos en un mundo donde entendamos objetivamente que el bien y el mal no tienen una definición específica, y que la mayoría de cosas que se definen como malas vienen de un sistema moralista, yo sí creo que existe gente buena y gente mala. Y esto tiene que ver con la decisión de cambio, las ganas de mejorar a diario para uno mismo y para los demás.

Mis intenciones, por ejemplo, nunca fueron dañar a otra persona. Simplemente, los traumas con los que yo había crecido me nublaban la vista y terminaba actuando de una forma que no era correcta. Pero la cuestión está en que, en el momento en el que me di cuenta de que los de mi alrededor no se sentían totalmente cómodos conmigo, decidí buscar ayuda para poder entender si yo estaba bien o mal.

En los últimos años, he escuchado mucho sobre priorizarse a uno mismo, y por más que siento que, en cierto sentido, está bien, también nos hemos convertido en una sociedad egoísta que se agarra de términos de TikTok para justificar la falta de empatía y de amor por el prójimo.

¿Por qué queremos hacer de todo un sistema jerárquico? No tenemos que priorizar algo siempre. Podemos simplemente darnos a nosotros mismos lo que necesitamos sin dejar de dar lo que podamos a otra persona que también lo necesita. ¿De qué sirve un vínculo si no te vas a interesar por el otro?

Por esto mismo, volviendo al principio, creo que no hay justificación cuando una persona adulta actúa, casi en su totalidad, de forma egoísta y dañina, porque vivimos en sociedad y, normalmente, por naturaleza, uno no quiere ejercer daño a los de su misma especie.

Todos tenemos la opción de elegir entre la luz y la oscuridad. Todos tenemos traumas y nadie tiene todas las herramientas emocionales existentes, eso es imposible. Pero si de verdad te interesa ser una persona que se aporte a sí misma y a los demás, es hora de dejar de justificar actitudes dañinas.

El ser humano vive constantemente en un proceso de cambio. Es imposible sobrevivir sin cambiar; eres tú quien decide hacia dónde se dirige ese cambio. Como lo explica Charles Darwin, todo ser vivo permanece gracias al cambio y a la capacidad de adaptación al entorno.

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