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Tár: La cultura de cancelación y la moral

Desde que salió la Tár en cines se convirtió en una de mis películas favoritas. Es un drama psicológico con seis nominaciones a los premios Óscar. Tiene una premisa aparentemente sencilla, pero que realmente es de las más complejas del último tiempo, además de ser una de las películas con mejores reseñas de 2023.

Protagonizado por Cate Blanchett y dirigido por Todd Field, este es un filme que te venden como si fuera un biopic, cuando en realidad trata de un personaje ficticio. Es una película bastante horizontal y humana, pero que te hace cuestionar cada sentimiento y cada acción de nuestra protagonista (justo el tipo de historia de la que no me puedo quedar sin hablar).

El corazón de la trama: ambigüedad moral y cultura de la cancelación

La película empieza con una escena de casi 10 minutos de una entrevista que podría parecer un poco lenta (aunque yo no la sentí pesada), pero que es necesaria para presentarnos, con todas las letras, lo importante y famosa que es Lydia Tár: una directora de orquesta muy reconocida, con mucho poder, exitosa y muy respetada.

El filme gira mucho alrededor de la ambigüedad moral. Nos hace cuestionarnos el tema de la cultura de la cancelación, y nos da una protagonista bastante confusa. En una escena, uno de sus estudiantes le dice que no le gusta Bach porque era misógino, y Tár le responde con argumentos totalmente válidos y contundentes, haciéndole ver por qué está mal rechazar la música de Bach por ese motivo.
Al principio uno creería que es una crítica a las nuevas generaciones y a la cultura de la cancelación, pero conforme la película avanza, te das cuenta de que te está hablando de algo mucho más personal.

Nos hablan de una exalumna, Krista Taylor, con la que Lydia tuvo una relación (un affair, para ser más precisa). Según lo que nos dicen al principio, Krista se obsesionó con ella y la acosaba, así que Tár la quemó en el medio, diciendo que era una acosadora emocionalmente inestable, dejando así sin trabajo en ninguna orquesta a Krista.

Como consecuencia, Krista se quita la vida, y aquí es donde empieza realmente la premisa, ya que esto no va a ayudar mucho a la reputación de Tár.

Olga: El principio del final

Todo parece estar tranquilo hasta que llega Olga, una estudiante rusa, a audicionar para la orquesta. Ahí es cuando empiezan a salir a la luz los pensamientos oscuros de Lydia.
Comienza a tener mucha preferencia por ella, incluso más que por su propia esposa, y la gente lo empieza a notar.

Poco a poco, todos se empiezan a dar cuenta de que Lydia hace favores profesionales a las mujeres de su trabajo con las que mantiene relaciones sexoafectivas, pero arruina la vida laboral de aquellas que la rechazan.
Y eso, en un mundo como el de hoy, donde todo está expuesto al alcance de las redes sociales, no es algo que se tome a la ligera.

¿Por qué empatizamos con Tár?

Lydia es básicamente una “antiheroína”: es una persona que comete errores, y de cierta forma el que sea una mujer tan inteligente, pero muy humana al mismo tiempo, te hace enamorarte del personaje. Que sea una mujer con tanto éxito en un mundo de puros hombres te hace admirarla, porque es algo muy difícil de conseguir.

El hecho de que sea lesbiana también es un factor: además de pertenecer a un grupo vulnerable por ser mujer, también forma parte de la comunidad LGBT+, lo cual supuestamente debería hacerla más empática, ya que entiende lo que es ser agredida colectivamente.
Sin embargo, uno se da cuenta de que haber sufrido no te convierte automáticamente en una buena persona, ni te garantiza empatizar con los demás. Las vivencias dolorosas no siempre cambian la esencia de una persona.

Lo privado y lo público forman una parte fundamental de este relato.
El espectador puede ver a Lydia en estos dos espacios: uno en el que es muy exitosa, pero que se desmorona poco a poco; y otro, su vida íntima, que de por sí ya estaba en ruinas y cuyo entorno termina por destruir por completo.

Lydia Tár es un personaje que enseña que, aunque estés en la cima, todo lo que tienes puede desaparecer.
Ser exitoso profesionalmente no significa ser exitoso en tu vida personal, que es igual de importante.

La película nos hace entender la complejidad de la moral y de la cultura de la cancelación, y cómo realmente nada es blanco o negro.
Lydia es una persona con mucho potencial, con una esposa y una hija que la aman, pero al final, como sucede frecuentemente, los impulsos y pensamientos oscuros pueden ganar y hacer que todo lo demás desaparezca.

Separar el arte del artista: ¿Es posible?

La película nos hace cuestionar qué tan factible es separar al arte del artista, y claramente Lydia quiere esa separación, porque ella misma es el tipo de artista que todos hemos llegado a cuestionar.

Así que nos lleva a las preguntas inevitables:
¿Realmente todos somos lo suficientemente “buenos”?
¿Tenemos el derecho de ser un juez para los demás?
¿Qué tan delgada es la línea entre lo cancelable y lo humano?
¿Es incorrecto cancelar a alguien o es todavía más incorrecto ver algo que está mal y no decir nada?

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